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¿En qué consiste el trabajo de un editor?

  • marianazabalaconde
  • 12 dic
  • 3 Min. de lectura

Es frecuente que me planteen: “hola, quiero hacer un libro”. Llegan a mí, saben que soy editora, intuyen que los puedo ayudar… pero aun así preguntan: ¿en qué consiste exactamente tu trabajo?.


Y es lógico, porque es un oficio que se ejerce detrás del telón y supone distintas tareas, dependiendo del tipo de proyecto y de la etapa en que se encuentre. Respuesta corta: es el director de orquesta que tu proyecto precisa. Para la respuesta completa vayamos a los ejemplos.


Puede que el editor conciba la idea de un libro y sepa incluso antes que el propio autor que su firma se verá estampada en la tapa. Eso ocurre en los de no ficción, muy probablemente ensayos de algún tema que el editor detecta que puede ser un aporte oportuno y salga a la búsqueda de la persona apropiada para escribirlo.


Otras veces sucede que el futuro autor tiene una vaga impresión de que determinado tema o idea puede ser interesante para plasmar en un libro, pero necesita una validación, confirmar si tiene sentido o es un honroso disparate.


En estos casos el editor analiza el proyecto desde su génesis, aporta puntos de vista, hace las preguntas pertinentes para verificar la viabilidad de esa semilla que el autor tiene en su mente. Imagina qué forma darle, cómo construirlo para que sea interesante, sopesa si el promitente autor tiene las herramientas para confeccionarlo o si deben adoptarse determinadas ayudas… o si directamente la respuesta debe ser: no, o no en estas condiciones.


Cuando el libro ya está en pleno proceso de escritura, el editor acompaña la creación para monitorear y actuar a tiempo en caso de que haya que dar una pequeña vuelta de timón o complementar algún ángulo. También para validar el “tono” y la “voz” de escritura (aspectos que les comentaré en otra entrada de blog), disipar dudas o estimular al creador cuando pasa por un bloqueo (¡qué gran tema!). Pero, por sobre todo, el editor es quien tiene la visión 360⁰ del proyecto: puede adelantarse a las posibles dificultades y captar las oportunidades de optimización, interviniendo con precisión sin distraer al autor y haciendo más eficiente y agradable el proceso.


En las historias de ficción, a menudo los autores acuden al editor con el manuscrito “casi terminado” en busca de una opinión. ¿Es publicable? Aquí el editor evalúa y realiza un informe de lectura riguroso. Es normal que el autor esté en esta etapa un poco perdido, porque acaba de concluir un proceso arduo y no sabe si ha llegado a la meta. El editor es un aliado y un lector exigente a la vez, para poder guiarlo de la mejor manera. De allí en más viene una gimnasia de ida y vuelta entre ambos para pulir y optimizar el manuscrito.


Una vez que el texto está maduro, comienza la producción del libro propiamente dicho, que tiene que ver con la construcción del producto final tal cual llegará a las manos del lector. Imaginar un diseño y formato adecuados, realizar pruebas de título, tapa, textos secundarios, corrección de estilo y demás ingredientes que harán del libro un objeto bello y a la vez funcional.


Pero el editor puede ir más allá aún. En lo personal, soy de las que aconseja al autor en los pasos a seguir luego de que el libro sale de la imprenta. ¡Qué momento emocionante!, concordamos todos. Pero, como suelo decir, ahí empieza el segundo tiempo del partido. Es importante alinearse con la distribución, la comercialización (estudiando las posibles vías y circuitos de venta), la difusión y la presencia activa del autor para potenciar la salida a la cancha.


Este último es, sin duda, otro gran capítulo en el que prometo profundizar en siguientes entregas. ¡Acompáñenme! Descubriremos uno a uno los pormenores del mundo del libro, sus secretos, su potencial, sus curiosidades y, por supuesto, su magia.

 
 
 

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